28 de Abril de 2025

ATACAMA EN LINEA

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Codelco-SQM: el mejor negocio del año 2024. ¿En serio?

Eduardo Schindler – Zürich, Abril 2025

Un importante medio nacional realizó una encuesta entre expertos sobre los aspectos más notables del año 2024 en el ámbito económico. Y la transacción entre Codelco y SQM fue elegida como el negocio del año. Tal vez hay expertos que ven y/o saben cosas que desconozco, pero debo expresar una opinión divergente. Pregunta: ¿Cuál es el destino de la selección si por decreto se designa que el número 9 para los próximos 35 años debe ser el jugador que ya no hace goles y que tiene serios problemas de salud? O bien: ¿Cuál es la perspectiva de pacientes cuyos doctores creen que una transfusión de sangre a partir de una persona anémica es la mejor manera de asegurar la buena salud tanto del receptor como del donador? Estas no son preguntas para amenizar conversaciones de bar. En vez, anticipan el destino de Chile como resultado de la política del litio tan retrógrada formulada por el gobierno – y que está a la base del negocio Codelco-SQM.

Basta mirar la evidencia de lo ocurrido en la industria del cobre en los últimos 50 años.

Siguiendo la noción populista que “el cobre es de todos”, se impidió que el sector privado participara en su extracción de manera libre. Por ello, y hasta fines de los años 70, Codelco producía 15 veces más que los privados y sus ingresos llegaron a representar el 60% de las entradas totales de divisas del país. Por
increíble que parezca, el bienestar de 11 millones de chilenos dependía del buen (o mal) funcionamiento de una sólo empresa – y, por tanto, de las manos monopólicas del Estado y de las autoridades de turno. Las nuevas leyes de minería y de inversión extranjera introducidas a inicios de los años 80 puso fin a esta
fuente de miseria. Gracias a estos cambios estructurales, al sector privado le tomó sólo 15 años superar la
producción de Codelco y es 3 veces más grande en el 2024. Esto es: los productores privados le dan “un
baile” a Codelco cuando se trata de cómo hacer crecer y manejar bien el negocio. Y hay más: Chile no se
habría transformado en la nación más rica del continente sin los ingresos generados por las 120 millones/tmf producidas por los privados en los últimos 40 años (vs. sólo 60 m/tmf de Codelco).

A pesar de esta evidencia tan clara y contundente, ideólogos sin experiencia formulan una política del litio que le entrega el destino de la industria a una empresa que: presenta graves síntomas de estancamiento y deterioro; padece de múltiples y serios problemas operativos, financieros y de gestión; está sobre- endeudada; no es ni siquiera capaz de evitar su peligrosa pérdida de competitividad (ley minera cae el 50%); y no tiene ninguna experiencia en una industria tan exigente como el litio. Para peor, tiene todavía un propietario irresponsable que sólo piensa en cómo seguir sacándole recursos cada año a pesar de la pésima condición en que la tiene.

¿Y entregarle a Codelco el futuro del litio es el negocio del año?

Los que creen que este negocio asegura un porvenir brillante tanto para la industria del litio como para
Codelco ignoran o tergiversan la historia del país, e imponen un costo de proporciones históricas para
millones de chilenos – por generaciones. Esta transacción es un ejemplo más de “pan para hoy, hambre
para mañana” típico de autoridades enceguecidas en perseguir fines doctrinarios, obstinadas en agrandar un Estado ya incapaz de operar bajo el peso de su propia burocracia y mala gestión, ávidas de descargar la envidia/rencor que sienten hacia los éxitos de empresarios que operan en libre competencia, y empecinadas en mantener a la gente en la miseria, ignorancia y dependencia que le tocó padecer a nuestros antepasados. Resulta irónico que las mismas autoridades que denuncian y atacan cualquier forma de posición dominante alcanzada por empresas privadas de gran éxito, no dudan en forjar y promover estructuras monopólicas en favor del Estado.

Poner fin a esta política tan perniciosa del litio, y revisar/anular el contrato Codelco-SQM, es tarea del gobierno que viene. No será difícil hacerlo. Y todavía menos si se somete el tema a un referendo, y dejar que sea el sentido común de 15 millones de chilenos a tomar la decisión final. La pregunta a referendar es: ¿Quiere usted que entre en vigor el contrato entre Codelco y SQM? Y se hace lo que quiere la mayoría, y no el capricho ideológico de la minoría que grita más fuerte y/o por más tiempo.

Los NO recibidos por dos proyectos de Constitución con un gran sesgo ideológico indican que slogans doctrinarios ya no bastan para conseguir una mayoría en Chile. Por ello, el NO de millones de chilenos hacia lemas tan arcaicos y fracasados como “el litio es de todos” será el mejor tapabocas hacia demagogos que por ceguera doctrinaria se empecinan en imitar el triste ejemplo de Venezuela con su petróleo: hay mucho, es de todos, nadie tiene recursos para ir a sacarlo, y el país se hunde en la miseria.

Para terminar, la experiencia que harán millones de chilenos (i) en dar una respuesta definitiva a un tema tan importante, y con un grado de legitimidad y aceptación insuperable respecto a aquella de cualquier gobierno de turno, y (ii) en asumir responsabilidades del más alto nivel en la conducción de la nación de manera más directa, ayudará a estos compatriotas a descubrir y exigir que referendar temas en forma periódica es, como en Suiza, un derecho político a la par y tan inalienable e incuestionable como el
derecho a elegir autoridades cada 4 años (ver: www.swiss-democracy.ch ).

La construcción de la nación más libre, segura, justa y próspera a la que todos aspiramos se comienza a
edificar a partir de esta simple adición en los derechos políticos de la ciudadanía. Y hacerlo tampoco es
difícil. Basta hacer un referendo preguntando a la gente si lo quiere recibir o no. También en este caso es la mayoría que decide, y no una elite de la clase política que quiere seguir operando al amparo del control
directo y permanente de la ciudadanía. El derecho a referendar es un círculo virtuoso que se retro-alimenta a sí mismo, y que con el tiempo forja los fundamentos de una sociedad verdaderamente libre.

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