La visita del Papa a Chile, entre el 15 y 18 de enero, tuvo de dulce y agraz. En vez de estar reflexionando sobre los mensajes, que fueron bastante potentes en términos de la Fe y una vida cristiana, como el haber asistido a ciudades tan distantes como Temuco e Iquique, estamos centrados hoy en las últimas declaraciones del sumo pontífice en términos de la defensa al Obispo Barros y si nos quedo claro la frase que señalo: ¿está claro?. Esa frase me recordó a cuando he estado en reuniones, en mi trayectoria laboral, y la jefatura para cerrar una situación trata de dar el corte al tema citando la pregunta en cuestión. Bueno, si todo estuviera tan claro no estaría dividida parte de sacerdotes y comunidad cristiana. Desde luego, las comunidades cristianas han ido evolucionado como también el mundo y en ese contexto la institucionalidad de la Iglesia no puede cerrar la puerta a temas que deben discutirse e investigarse teniendo una autocritica al respecto.
La primera homilía que realizó el Papa en Chile estuvo marcada por el mensaje de la “bienaventuranzas”, que nacen del corazón misericordioso, viniendo a extirpar la inmovilidad, es el horizonte, donde somos invitados y desafiados a caminar, las bienaventuranzas no nacen de una actitud pasiva de la realidad, nacen del corazón compasivo de Jesús al ver el rostro y sentir el corazón de hombres y mujeres en búsqueda de una vida compasiva. Al proclamar las bienaventuranzas se extirpa la resignación. El mensaje en la homilía trasciende a evangelizar el poder transformador del Dios Padre y que cada uno de nosotros de forma diaria podemos ser artífices y tejedores de paz, de vecindad, ser espectadores esperando que otros realicen acciones no está bien, hay que vencer las mezquindades y no adormecernos en una vida consumista, apostando a ser seres de actitud.
Es por ello, que el inicio del mensaje y los entregados en regiones tienen un significado y deben calar en nuestros corazones, ver a fieles apostados en la nunciatura esperando una palabra, una bendición ante una vida de sufrimiento recoge, emociona, dado que el encuentro de corazones misericordiosos como la madre y su hijo con hidrocefalia y parálisis cerebral ante el Papa; cuya familia ha sufrido situaciones donde su hijo ha estado a punto de perder la vida y siguen en una lucha permanente son testimonios de esto, donde Jesús nos pide reflexionar y valorar la vida, ser seres compasivos y de paz. Es lo que debe primar al final del día.
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