Estar en medio de la ciudad nos expone al tránsito de numerosas personas, junto al estruendo de bocinas, automóviles, motocicletas, sirenas, obras de construcción, maquinaria… y todo al mismo tiempo. Lo anterior se define como contaminación acústica o auditiva, característica de las grandes urbes que trae enormes consecuencias en la salud de quienes habitamos en ellas.
La exposición prolongada al ruido puede producir trastornos del sueño, afectar a los sistemas cardiovascular y metabólico, generar estrés y alterar el comportamiento de los ecosistemas aledaños. Y la situación es aún más grave para las personas neurodivergentes, como es el caso de espectro del autismo.
Para las personas con esta condición, el procesamiento de estímulos auditivos del ambiente puede resultar perturbador. Se estima que la hipersensibilidad auditiva afecta entre un 4 y un 15% de las personas autistas y puede producir confusión, estrés y un permanente estado de alerta e hipervigilancia, afectando su participación en actividades sociales, laborales y recreativas.
Si bien es difícil atenuar por completo el ruido de nuestras ciudades, la invitación es –en primer lugar– a conocer y comprender lo que significa esta condición. Ser conscientes de la diversidad, respetarla y acogerla, nos apertura a adecuar los contextos para que resulten más amigables e inclusivos para todos y todas.
Loreto Grandón Gajardo
Académica de Vinculación con el Medio
Escuela de Fonoaudiología
Universidad San Sebastián
Más Historias
Mons. Ricardo Morales llamó a renovar el compromiso por hacer de Chile un país más justo
Dirección del Trabajo cursó 114 multas y suspendió a 6 choferes de buses interurbanos en el comienzo del fin de semana largo
Chilenidad y las Pymes